Seguir soltera pasados los 40
puede ser una bendición o
una tortura, depende de los
intereses y anhelos de cada
mujer. Varias lectoras que
comparten este estado civil
nos cuentan cómo afrontan
ser “singles”
Sorprende ver a mujeres estupendas,
independientes, llenas
de sentido del humor
y de inteligencia que, sin
embargo, no logran dar con
una pareja estable. La explicación sociológica
nos consuela y, seguramente, hay
algo de verdad en este diagnóstico: los
roles de género han cambiado, incluso
están por inventar en lo que se refiere a
la pareja.
Ahora las mujeres son económicamente independientes
y disfrutan de la misma libertad sexual y social que los hombres.
Ya no sirven las reglas del pasado: ellos ya no dan el primer
paso y esperan a que nosotras nos decidamos. Desde luego,
nunca hubo más oportunidades para dar con el alma gemela:
webs, cruceros, agencias de viajes para “singles”. Pero no hay
que olvidar que la soltería es también una opción.
Los estudios
muestran que el índice de felicidad de solteros y emparejados
es similar: el 60% en ambos casos, según un informe realizado
por la Agencia IPSOS en 15 países, incluido España. Las
cifras ponen de manifiesto, además, que
cada año aumenta el número de impares.
De acuerdo con el INE, hay más de
15 millones de solteros mayores de 20
años, un número que crece aproximadamente
un 7% cada año. Y según el portal
de relaciones Meetic, hay más mujeres
solteras (51%) que hombres (49%). Pero
no existen diferencias a la hora de buscar
pareja.
Unas 20.000 personas se dan
de alta en webs cada semana en busca de gente nueva para quedar.
Más de un tercio desea una relación a largo plazo, pero otro
tanto se conforma con encontrar a alguien con quien divertirse
o pasar un buen rato. Solo el 7% tiene como objetivo casarse.
Sin embargo, muchas mujeres siguen preguntándose por qué
no encuentran una pareja. Por tradición o por educación, las
depresiones en solteras en torno a los 40 años son relativamente
frecuentes. ¿Todas estas crisis y temores tienen que ver con
una verdadera necesidad de estar emparejado o esconden otras
vulnerabilidades? Varias lectoras nos cuentan su experiencia.
El primer obstáculo a nuestros deseos solemos ser nosotras mismas
● La idea de que somos
demasiado exigentes
es absurda. ¿Acaso no
tenemos derecho a elegir
a quien nos gusta de
verdad porque llevamos
demasiado tiempo sin
pareja? Afortunadamente
intentamos encontrar a
la persona adecuada y no
lanzarnos con el primero
que llega. Eso significa
que tenemos respeto por
nosotras mismas y una
buena salud emocional.
● Otra cosa distinta
son las expectativas
desmedidas: que nuestra
felicidad dependa 100%
de nuestra pareja, que
esperemos que cure
nuestras heridas, que
nos colme en todo lo que
necesitamos y deseamos.
Eso indica un problema
afectivo y psicológico
que conviene examinar.
Quizá es el síntoma de
un vacío que no se llena
con nada y cuyo origen
está en otra parte: una
infancia de abandono,
unos padres fríos, una
inseguridad enfermiza
por falta de afecto o por
experiencias traumáticas
muy tempranas… Ninguna
pareja puede llenar ese
vacío interno.
● A veces existe un
miedo real al compromiso,
porque eso supone elegir,
renunciar, conformarse
con lo real y dejar de lado
los sueños de la infancia.
También puede haber
un temor inconsciente
a dejar de ser libre e
independiente, a fracasar
en el intento.
● El matrimonio que
formaron nuestros padres
es un espejo en el que nos
miramos: quizá supone la
fantasía de un éxito que
no podemos igualar o, tal
vez, nos aterra repetir el
fracaso que supuso.
● ¿Hay que ir entonces
al psicólogo para encontrar
el amor? Por supuesto
que no. O no siempre. A
veces basta con hacerse
uno mismo las preguntas
adecuadas: ¿de verdad
quiero una pareja en
este momento? ¿Tengo
miedo a enfrentarme a un
hombre real? ¿Quiero un
compañero o simplemente
“no” estar sola?
● Nos han inculcado
la idea de que no hay vida
fuera de la pareja, esa es
la máxima realización.
Pero lo esencial es elegir
libremente, respetarse y
quererse uno mismo.
"Quizá teman comprometerse con una relación estable", Julia S., 39 años, periodista.
“La verdad es que no sé por qué
estoy soltera. Al principio, tuve parejas
largas: salí durante un año con un chico
brasileño, cuatro con un novio alemán, tres
con un chico que conocí en Inglaterra… Pero, a
partir del momento que cumplí 30 años, ya no
tuve relaciones de verdad. Iba y venía, cambié
de trabajo cuatro veces en cuatro años. Tenía
demasiadas cosas que solucionar. El tiempo
pasa y parece que no has hecho nada con tu
vida, salvo correr.
Hace dos años empecé una
psicoterapia, y ahora me siento mejor, más
enraizada. Pero, el abanico de hombres se
ha reducido. La mayoría de los que conozco
están separados o divorciados y muchos
están de vuelta. Ya tienen hijos y no quieren
más problemas. En algunos momentos se
embalan y te prometen la Luna, pero luego
nada de nada. No lo entiendo. Quizá teman
comprometerse con una chica como yo, que
quiere una relación estable y tener hijos. O,
a lo mejor, soy yo la que se lanza demasiado
rápido.
Mi última relación terminó hace dos
semanas. Decía que quería pasarse la vida
conmigo. Pero, de repente, me mandó un
SMS diciendo que prefería que fuéramos
amigos. Sin señales previas, sin avisos. Ni
siquiera aceptó que nos viéramos para
hablar abiertamente. Me pareció un cobarde.
Afortunadamente, estoy muy ocupada ahora,
aunque sigo abierta a nuevos encuentros”.
"Cuando conozco a alguien que me gusta, me entra pánico al
fracaso", Isabel J., 46 años, directiva de una multinacional, divorciada
y con un hijo de 10 años
“Siempre me ha parecido que la
pareja es lo ideal. Con mi marido
tenía una relación de fusión, aunque hoy
me doy cuenta de que vivía solo a través
de él. Después del divorcio, tras 15 años de
matrimonio, la soledad me causó mucho
sufrimiento. Tenía la impresión de que ya
no servía para nada. Dos años después,
tuve otra relación, y volví a experimentar el
enamoramiento, la dependencia y la ruptura.
Hoy me siento muy realizada estando soltera,
me permite conocerme a mí misma. Algunas
lecturas de autoayuda y escribir un diario
me han dado la oportunidad de aclarar mis
emociones y de ver este estado como una
forma de libertad. Ya no necesito a otra
persona para existir, pero todavía me siento
débil. En cuanto conozco a alguien que me
atrae, vuelvo a sentir pánico a fracasar”.
"Me aterra terminar sola", Azucena L., 47 años, comercial en una empresa de publicidad, separada y madre de tres hijos
“Hace tres años que estoy soltera
de nuevo y solo he tenido aventuras
pasajeras. Es algo que me agota. En cuanto la
relación empieza a ponerse seria, ellos ponen
pies en polvorosa. Llevo muy mal pasar las
noches y los fi nes de semana sin nada que
hacer y sin nadie cuando mis hijos están con
su padre. Nunca he vivido sola. Conocí a mi
primer marido con 15 años, y al segundo, un
año después de divorciarme del primero. Esta
última relación fue un desastre. Mi “ex” era
un narcisista al que le gustaba humillarme
todo el rato.
Tras separarme, me sentía tan
insegura, fea y mayor que me lancé sobre el
primero que apareció. Me angustia la idea de
terminar sola en la vida. Tengo ese miedo tan
arraigado que seguramente se transparenta
en mi personalidad. Pero hoy estoy mejor que
cuando era joven: al menos, me respeto, sé
lo que quiero y ya no estoy dispuesta a hacer
concesiones cueste lo que cueste”.
"Dicen que soy idealista, pero es que creo en las grandes historias de amor", Alejandra Z., 51 años, diseñadora gráfica
“Mis amigas dicen que soy
demasiado idealista, pero quiero
seguir creyendo en las grandes historias de
amor. He tenido muchas parejas desde los
20 años, pero nunca llegaron a nada. Hasta
los 30 años, creo que evitaba que cuajaran.
En el fondo, tenía miedo de comprometerme.
Durante seis años, estuve con un hombre
casado, hasta que comprendí que nunca
rompería con su mujer. Me costó mucho
reponerme de aquella historia. Mi última
relación ha durado dos años. Fue él quien
cortó y luego supe que estaba con una mujer
más joven. Quizá necesitaba superar su propia
crisis de los 50. Yo sigo esperando, pero no
busco activamente. Salgo, conozco gente,
pero me cierro cuando un hombre intenta ligar
conmigo. Seguramente tengo miedo de que no
funcione, me cuesta volver a confiar”.
"Estoy harta de hombres débiles", Cecilia F., 43 años, enfermera
“A medida que me hago mayor,
con la madurez y la experiencia,
me doy cuenta de que, cuando era
joven, daba demasiada importancia
a cosas estúpidas. Por ejemplo, una
vez me empeñé en romper con una
pareja que funcionaba bien porque
proveníamos de clases sociales diferentes.
Él cometía errores al hablar, algo que
me irritaba profundamente, igual que su
extremada amabilidad, que me resultaba
empalagosa y que hoy, sin embargo,
valoro muchísimo. Desde entonces, he
prescindido de muchas de las cualidades
que consideraba “imprescindibles” en
el hombre ideal.
Entre los 30 y los 40 ya
tuve mi ración de divorciados hastiados
y de “rolleros” en busca de su libertad.
Afortunadamente, me gusta mi vida,
trabajo en algo que me apasiona, tengo
tiempo libre, viajo y me encanta la música.
Durante mucho tiempo, fui siempre la
soltera de mi grupo de amigos. Pero con
la crisis de los 40, se ha producido una
avalancha de separaciones y divorcios.
Soy introvertida, y quizá eso intimida a la
gente. O, tal vez, espero demasiado, tengo
la cabeza llena de cuentos chinos, porque
sigo pensando que, para estar con alguien
de verdad, hay que sentir mariposas en
el estómago desde el primer momento,
aunque ya he aceptado que no está mal
tener, de vez en cuando, relaciones “poco
serias”; es saludable para la autoestima.
No lo sé, a lo mejor soy una persona difícil.
Necesito sentirme atraída por un hombre,
pero también que esa persona luche por
mí. Estoy harta de hombres débiles. Y,
sí, tengo miedo de terminar sola, pero
también confío en el futuro”.
via mujerhoy
via mujerhoy